Rafa Nadal desvela cómo ha cambiado su vida tras su debut en la paternidad

El tenista Rafa Nadal pone fin a uno de los años más destacados de su trayectoria, tanto en lo profesional como en lo personal. Además de proclamarse campeón del Abierto de Australia y de Roland Garros, dos torneos que le elevaron al primer puesto de la carrera histórica de ‘grand slams’ en el cuadro masculino, el astro de la raqueta dio la bienvenida a su primer retoño, Rafa Nadal Junior, el pasado mes de octubre junto a su esposa Mery Perelló para poner el broche de oro a casi dos décadas de relación.

A diferencia de otros padres primerizos que recurren a la grandilocuencia para expresar las sensaciones derivadas de su experiencia en la paternidad, el mallorquín ha vuelto a hacer gala de su carácter modesto en conversación con la edición española de la revista GQ, que le ha elegido como su ‘hombre del año’. Nadal no ha sufrido una transformación radical con la llegada de su niño, pero sí que ha tenido que organizar su día a día en función de sus nuevas prioridades. De ello se desprende un tipo de amor que ha calificado de “indescriptible”.

“No creo que haya una versión nueva de mí. Soy la misma persona, un año mayor que el año pasado y, eso sí, con novedades a nivel personal”, ha señalado en una entrevista en la que se ha descrito como un hombre “contento y feliz” en su ámbito más íntimo. “Es aún muy reciente el nacimiento, pero sí que sientes ya que algo ha cambiado en tu vida y que hay una persona que depende totalmente de nosotros. Es un sentimiento y un amor indescriptibles”, ha añadido sobre las responsabilidades que ha asumido a sus 36 años.

A la hora de valorar los últimos doce meses, Nadal tampoco se ha olvidado del impacto físico y anímico derivado de sus lesiones, y menos aún de las complicaciones que padeció su esposa en los dos últimos meses de gestación. Mery tuvo que ser ingresada en un hospital de Mallorca para guardar reposo y estar bajo la supervisión constante de su equipo médico: todo ello mientras el deportista se encontraba en Nueva York para disputar un US Open que afrontó con especial nerviosismo y falta de concentración.

“Hemos combinado momentos de inmensa alegría, con el nacimiento de nuestro hijo, con otros en los que pasamos situaciones complicadas que nos tuvieron en alerta e impidieron un desarrollo normal de lo que estábamos haciendo, en mi caso competir en el Abierto de Estados Unidos. Pero al final salió todo bien y me queda el sabor dulce del año que ya está por acabar”, ha sentenciado.

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