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Nicolas Cage no pudo resistirse cuando se le presentó la oportunidad de hincar el diente al papel de Drácula en la película que protagoniza Nicholas Hoult acerca de su sufrido sirviente, ‘Renfield’, que de repente se da cuenta que no tiene por qué seguir soportando sus abusos continuos en pleno siglo XXI.

Sus fans están convencidos de que nació para interpretar ese personaje porque se presta a la teatralidad como pocos y él se ha salido de la ruta convencional buscando la inspiración en el conde Orlo que interpretaba Max Schreck en ‘Nosferatu’ y la versión que produjo el icónico artista Andy Warhol, todo ello para crear un Drácula con un sabor pop.

Tratándose de Nicolas Cage, era inevitable que su versión del vampiro más famoso del cine diera pie a alguna leyenda urbana, en este caso, que bebió su propia sangre durante el rodaje. Y es cierto, pero la realidad es todo menos morbosa.

“No hay razón en términos de método, pero los colmillos eran auténticos, eran de cerámica y bastante puntiagudos. Así que me mordí el labio unas cuantas veces, lo que me hizo beber mi propia sangre”, ha desvelado en una sesión de Ask-Me-Anything en Reddit para responder a esos rumores.

A estas alturas, Cage sabe que le precede una reputación de estrella excéntrica, aunque cuando se lo permiten él es capaz de ofrecer explicaciones perfectamente razonables a, por ejemplo, por qué compró su propia tumba o por qué aceptó durante años papeles en películas de serie B. La respuesta a la primera pregunta es que quiere ponerle las cosas lo más fácil posible a sus herederos cuando muera, y a la segunda, que tenía deudas que saldar y se negaba a declararse en bancarrota.

El motivo por el que no se quitaba los colmillos de vampiro también es perfectamente normal: “Intentaba dar al personaje una voz elocuente y elegante que era bastante difícil de conseguir con todas las prótesis cerámica en la boca. Pero me acostumbré llevándomelos a casa, dejándomelos puestos cuando estaba en mi habitación de hotel”, ha añadido.