Muere Isabel II a la edad de 96 años

La monarca, de 96 años, ha fallecido este jueves por la tarde en el castillo de Balmoral apenas unos meses después de celebrar su Jubileo de Platino, que marcaba sus siete décadas en el trono. Su hijo Carlos, el nuevo rey, y su esposa Camila permanecerán en Escocia hasta mañana.

Antes de su muerte, Isabel I batió una serie de récords gracias a la longevidad tan propia de los Windsor. El 21 de diciembre de 2007, Su Majestad superó a su tatarabuela Victoria como la monarca británica más longeva, y el 9 de septiembre de 2015 se convirtió en la que más tiempo ha ocupado el trono británico y también en la jefa de estado más longeva del mundo. Tras el fallecimiento del rey Bhumibol de Tailandia en octubre de 2016, pasó a ser el monarca y jefe de estado vivo -hombre o mujer- más longevo. En febrero de 2017 también marcó un momento muy especial porque fue el primer rey o reina británico en conmemorar un Jubileo de Zafiro.

En 1934, la reina conoció a su difunto esposo -que por aquel entonces era conocido como príncipe Felipe de Grecia y Dinamarca- y cinco años más tarde comenzaron una relación epistolar. Ella tenía 21 años cuando se anunció su compromiso en julio de 1947 y se casaron tan solo cuatro meses más tarde, el 20 de noviembre de 1947, momento en el que su esposo recibió el título de Duque de Edimburgo.

Como recién casados, se instalaron en Windlesham Moore, cerca del castillo de Windsor, antes de trasladarse a Clarence House, en Londres, en julio de 1949, aunque pasaron largas temporadas viviendo en Malta, donde Felipe estaba destinado con la Marina Real.

El primer hijo de la pareja, el príncipe Carlos, nació en noviembre de 1948, y en agosto de 1950 dio la bienvenida a su única hija, la princesa Ana. Sus hijos menores, los príncipes Andrés y Eduardo, llegaron al mundo en 1959 y 1963, y esas fueron las únicas ocasiones durante todo su reinado en las que no celebró la apertura del Parlamento.

Isabel tenía 25 años cuando fue nombrada reina de siete países de la Commonwealth -Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Pakistán y Ceilán- y jefa de la Commonwealth tras la muerte de su padre Jorge VI. El rey llevaba mucho tiempo enfermo, así que el proceso de sucesión estaba preparado cuando ella emprendió una gira oficial a partir de octubre de 1951. Isabel y Felipe se encontraban en Kenia, una parada antes de poner rumbo a Australia y Nueva Zelanda, cuando se conoció la noticia de que su padre había muerto el 6 de febrero.

La pareja voló rápidamente de regreso al Reino Unido y la nueva reina optó por mantener el nombre de Isabel. Ese momento se recoge en la serie ‘The Crown’, en la que Claire Foy, en el papel de la soberana, afirma que no ve ningún sentido en “complicar las cosas” eligiendo otro distinto.

La coronación no tuvo lugar hasta el 2 de junio de 1953 -dos meses después de la muerte de su abuela, la reina María- y fue la primera de toda la historia en emitirse por televisión. Entre los momentos más complicados que tuvo que afrontar tras subir al trono, que aparecen a menudo en la popular serie de Netflix, se encuentra el proceso de independencia de más de 20 países de África y el Caribe en los años 60 y 70.

También se ha enfrentado a varios sustos e incluso atentados contra su vida. En 1981, durante el tradicional desfile Trooping the Colour, un antiguo cadete llamado Marcus Sarjeant la disparó en seis ocasiones con balas de fogueo, y haciendo gala de su legendaria estoicidad, ella calmó a su caballo y siguió adelante en cuanto se confirmó que estaba ilesa. Unos meses más tarde un adolescente abrió fuego contra ella desde el cuarto de baño del quinto piso de un edificio en Nueva Zelanda, pero falló.

Al año siguiente, Isabel se despertó en sel palacio de Buckingham para encontrarse con un desconocido, Michael Fagan, en su habitación. El incidente sacó a la luz los fallos en las medidas de seguridad que rodeaban la residencia real, y para más inri la ayuda solo llegó después de que se realizaran dos llamadas a la policía de palacio.

Los primeros años de la década de los 90 marcaron un punto especialmente bajo para Isabel, que declaró el año 1992 como su “annus horribilis” en el discurso que pronunció con motivo de su Jubileo de Rubí. En un breve período de tiempo presenció cómo se venía abajo el matrimonio de su hijo el príncipe Andrés con Sara, duquesa de York, y el de su hija la princesa Ana con el capitán Mark Philips. Mientras tanto, Carlos y la princesa Diana ni siquiera se molestaban ya en ocultar su mala relación de cara al público y en diciembre de ese año se separaban oficialmente. Además, el castillo de Windsor sufrió graves daños en un incendio y Mauricio la destituyó oficialmente como jefa de estado.

Su popularidad pasó por unos bajos históricos tras la muerte de su nuera Diana en un accidente de coche en agosto de 1997: los británicos no vieron con buenos ojos que tardara varios días en pronunciarse acerca de su fallecimiento y no mandó ondear las banderas del palacio de Buckingham a media asta.

El año del Jubileo de Oro de la reina, en 2002, se vio empañado por las muertes de su hermana, la princesa Margarita, y de su madre, la reina Isabel, en febrero y marzo respectivamente. Se dice que el funeral de Margarita fue una de las pocas ocasiones en que Isabel se emocionó en público.

En 2015, la reina y su esposo realizaron su última visita al extranjero, precisamente a Malta, la isla de la que guardaban tan buenos recuerdos de su juventud. A lo largo de su reinado Isabel viajó a la friolera de 117 países. Desde 2015, las visitas al extranjero se convirtieron en responsabilidad de otros miembros de la familia real; Isabel y Felipe -que anunció su ‘retirada’ en 2017- realizaban solo viajes por Reino Unido.

Perder a su esposo en abril de 2021, a dos meses de que cumpliera 100 años, supuso un duro golpe para ella a pesar de que él había repetido en muchas ocasiones que no quería cumplir el siglo de vida. La imagen de la reina asistiendo sola a su funeral dio la vuelta al mundo porque tuvo que respetar la distancia de seguridad que aconsejaban las autoridades durante la pandemia del coronavirus. Sus hijos y nietos no pudieron acercarse a ella y su diminuta silueta, vestida de negro, transmitía una sensación de tristeza, pero también de fortaleza.

El pasado mes de octubre, Isabel se alejó de la escena pública tras ser hospitalizada por una afección sobre la que no se dieron más detalles y poco después sufrió una lesión de espalda, por lo que los médicos le aconsejaron reposo. Fiel a su espíritu incombustible, en los últimos meses no dejó de cumplir tareas ligeras que incluían reuniones privadas y audiencias virtuales, e incluso se dejó ver en público con bastón o viajando en un carrito de golf eléctrico.

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