Los ocho hombres que han enterrado a Isabel II
Más de 2.000 personas asistieron al funeral de estado de Isabel II y millones más lo siguieron por televisión, pero la familia real británica tuvo la oportunidad de darle el último adiós en privado este lunes por la noche antes de que fuera enterrada en el castillo de Windsor junto a su esposo el duque de Edimburgo y su padre, el rey Jorge VI.
Este servicio religioso se celebró a puerta cerrada a las siete y media de la tarde, oficiado por el diácono de Windsor. Los ocho miembros del 1er Batallón de la Guardia de Granaderos que se encargaron de portar el féretro de la difunta monarca durante la procesión desde Westminster Hall hasta la Abadía de Westminster y más tarde hasta la capilla de San Jorge fueron también los responsables de trasladarlo a la Bóveda Real en la Capilla Memorial del Rey Jorge VI.
El general Lord Dannatt, antiguo jefe del Estado Mayor del Reino Unido, ha sido el encargado de confirmar este último detalle en el marco del homenaje que ha rendido a las Fuerzas Armadas por su labor durante todos los actos públicos que se han sucedido tras el fallecimiento de la monarca. En especial, ha querido destacar la labor de los portadores del féretro porque toda la responsabilidad recae sobre sus hombros.
“Un ataúd revestido de plomo es muy pesado y maniobrar esa preciosa carga, subiendo y bajando escalones, subiendo y bajando de carros de combate y catafalcos, entrando y saliendo de vehículos -todo ello bajo la mirada constante de miles de millones de personas en la televisión, por no mencionar el escrutinio de Su Majestad el Rey, la familia real y los miembros superiores de la División de Casa- no es tarea fácil”, ha explicado Dannatt en el periódico Daily Telegraph. “Estos jóvenes guardias merecen un elogio especial. Incluso cuando las cámaras se apaguen al final del día y se celebre el último servicio privado en la Capilla de San Jorge, en Windsor, su deber no habrá terminado. En las profundidades de la Bóveda Real, bajo la capilla, los portadores del féretro tendrán una última tarea que no se verá: trasladar el cuerpo de la difunta Reina a su lugar de descanso final cerca de su marido, el Duque de Edimburgo, y de su padre, el Rey Jorge VI. Una vez que todo haya concluido, estos jóvenes podrán relajarse y reflexionar sobre su dificilísimo trabajo, extremadamente bien hecho”.