Los duques de Sussex honran a los caídos en batalla con un evento personal en Los Ángeles

Ayer domingo se celebró en el centro de Londres el tradicional evento ‘Remembrance Sunday’ que supone un solemne homenaje anual a todos los caídos en las dos guerras mundiales y, desde hace ya unos años, también a aquellos miembros de las fuerzas armadas que perdieron su vida en los conflictos bélicos que se han producido posteriormente.

A diferencia de ediciones anteriores, la reina Isabel II no se acercó al famoso Cenotafio de Whitehall para depositar su corona de flores y guardar varios minutos de silencio para recordar a los fallecidos -una tarea de la que este año se encargó el príncipe Carlos-, sino que, ataviada por primera vez en público con una mascarilla sanitaria, lo hizo frente a la tumba del llamado ‘soldado desconocido’. La soberana vestía completamente de negro, como obligaban las circunstancias, y portaba un ramillete de flores exactamente igual al que llevó durante su boda con el duque de Edimburgo, y curiosamente también al que llevó su madre Isabel en su enlace con Jorge VI.

Al otro lado del Atlántico, su nieto más díscolo y querido, Enrique, y su esposa Meghan Markle optaron por organizar su propio ‘Domingo de Recuerdo’ tras la negativa de la casa real, como ha informado este lunes el diario Daily Mail, a colocar una corona de amapolas en su nombre a los pies del mencionado Cenotafio, el monumento que se instaló hace ya cien años para recordar a los fallecidos en la primera contienda mundial.

Por tanto, los duques de Sussex se desplazaron hasta uno de los cementerios más cercanos a su domicilio de Montecito (California) para dejar flores en las tumbas de dos soldados de la Commonwealth y una corona en el obelisco que preside la zona militar del camposanto. Según los medios británicos, las citadas flores procedían del jardín en que ha venido trabajando la antigua actriz desde su mudanza a la propiedad en la pasada primavera.

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