La princesa Charlène se salta el protocolo en su visita al Papa Francisco
La princesa Charlène ha retomado su agenda pública con fuerza tras pasar varios meses ingresada en una clínica suiza por un agotamiento extremo. La esposa del príncipe Alberto presidió esta semana la gala anual de la Cruz Roja en Mónaco tras realizar un viaje exprés a Oslo en familia y este miércoles ha viajado al Vaticano para reunirse con el papa Francisco.
La gran sorpresa la ha dado al bajarse del coche a su llegada a la Santa Sede y desvelar que no había elegido el blanco para su atuendo. Las reinas de los estados católicos son las únicas que tienen derecho a usar este color en presencia del pontífice, al menos según las normas de protocolo, y tanto la reina Sofía de España como la reina Matilde de Bélgica se vistieron de blanco antes de sus audiencias con el Papa.
Sin embargo, Charlène ha apostado por un ajustado vestido negro de encaje con mantilla a juego que nadie esperaría para una visita al Vaticano. Aunque largo de la falda se ajusta al recato esperado de la princesa en una situación como esa, al echar un vistazo más de cerca se apreciaba que tanto las mangas como el escote palabra de honor estaban confeccionados en un material transparente. Desde hace años la sudafricana ha ido dando un giro a su estilo para sentirse cada vez más cómoda con prendas y un corte de pelo más moderno. También es cierto que la familia Grimaldi nunca ha seguido una etiqueta tan rígida como la de los royals británicos, por ejemplo, y sus princesas se caracterizan por haber sido auténticas ‘influencers’ antes incluso de que se inventara la palabra que se apuntan a todas las tendencias.
El otro detalle inusual en el look de Charlène era la manicura oscura por la que apostó, en un tono que las mujeres de la realeza suelen evitar en sus apariciones públicas. Por lo demás, la antigua nadadora ha vuelto a mostrar un frente unido con su esposo para dejar atrás los rumores de crisis del último año.