La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin vuelven a verse las caras
Poco después de disfrutar junto a sus cuatro hijos de unas vacaciones familiares que no se vieron canceladas por su mediática separación, la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, quien mantiene una sólida relación con su excompañera de bufete Ainhoa Armentia, han vuelto a coincidir este fin de semana en el marco de un suceso muy triste: la muerte del instructor de esquí y empresario Eduardo Roldán, antiguo gerente de la estación de Candanchú.
Ayer domingo, los exduques de Palma acudieron a Jaca, Huesca, junto a la infanta Elena para dar su último adiós a la persona que, entre otros hitos, introdujo al entonces príncipe Felipe y a sus hermanas en la práctica de este deporte invernal. El ahora rey de España pasó por el tanatorio un día antes para dar el pésame a los familiares y amigos más cercanos a Roldán, quien también mantuvo una estrecha relación con el rey emérito, don Juan Carlos, y con doña Sofía.
De hecho, fueron tres las coronas de flores que mandó enviar la casa real para rendir homenaje a Eduardo Roldán: una procedía del monarca y de la reina Letizia, otra venía firmada por los reyes eméritos y en la tercera aparecían los nombres de las infantas Elena y Cristina. Aunque se desconoce el grado de relación que unía a Urdangarin con el fallecido, fuentes de su entorno señalan que el exjugador de balonmano no quiso perderse el acto para mostrar así su apoyo a la familia real a la que perteneció durante tantos años.
Aquellos expertos y conocedores del entorno más íntimo de los Borbones aseguran que este tipo de encuentros se repetirán con relativa frecuencia en meses y años venideros. Pese a que el matrimonio de Iñaki Urdangarin y Cristina de Borbón está roto en la práctica, la fórmula que ambos emplearon para dar a conocer oficialmente su separación, el de la “interrupción de la relación matrimonial”, podría implicar que Cristina y Urdangarin vuelvan a aparecer juntos, posando incluso para las cámaras de ser necesario, en determinados actos de naturaleza privada pero de innegable trascendencia pública, como ha sido el deceso de Eduard Roldán.
