La cantante Jewel perdió 100 millones de dólares a manos de su madre
Cualquiera que creciera en la década de los 90 recordará a Jewel, una joven con rostro dulce y una melena rubia que rompía con la imagen que imperaba entonces entre las cantantes de éxito. El suyo no fue un ascenso a los altares de la industria musical como el de Britney Spears u otras compañeras de profesión que se habían hecho famosas como estrellas infantiles y que firmaron sus primeros contratos discográficos en cuanto fueron demasiado mayores para seguir trabajando en Disney.
Ella había crecido en un granja de Alaska sin agua corriente ni calefacción y pasó varios años actuando en clubes pequeños junto a su padre antes de que le ofrecieran una beca para estudiar música en una escuela de Michigan. Tras graduarse llegó a vivir en su coche mientras recorría el país antes de asentarse en San Diego, California, donde fue descubierta mientras cantaba en un café local.
Su primer disco se publicó cuando tenía 21 años y fue un auténtico éxito gracias a sencillos como ‘Who Will Save Your Soul’, ‘You Were Meant for Me’ o ‘Foolish Games’. Al igual que muchos otros artistas jóvenes, ella confió en su madre Lenedra para que trabajara como su mánager y controlara gran parte de sus finanzas, lo que eventualmente se demostró que había sido un grave error.
“No me di cuenta realmente de cómo era mi madre hasta que tuve treinta y tantos años. Me desperté y me di cuenta de que había malversado todo mi dinero, más de 100 millones de dólares”, ha explicado Jewel en el podcast ‘Verywell Mind Podcast’.
Aunque había vendido más de 27 millones de álbumes en todo el mundo, a los 34 años había acumulado una deuda de 3 millones de dólares y tuvo que asumir que su madre le había estado robando. Eso le resultó muy duro a nivel psicológico porque había crecido creyendo en una “mentira” desde que sus padres se divorciaron cuando tenía 8 años y ella dejó de ver a su madre. Lo que nadie le dijo entonces era que no le habían arrebatado su custodia, sino que Lenedra la había abandonado porque no estaba interesada en criar a su hija.
Para la intérprete, su madre representaba todo lo contrario que su padre, a quien describe como un alcohólico violento que la maltrataba: “Era una persona tranquila, suave, que nunca gritaba y obviamente nunca me pegaba. Y no me di cuenta de que estaba siendo maltratada de otra manera en ese momento”. En retrospectiva, se da cuenta de que cuando le hacía mirar fijamente una bombilla asegurándola que podría apagarla con el poder de su mente, solo trataba de distraerla para que la dejara tranquila. Pero ella lo percibía en aquel entonces como una muestra de amor.
Lo más sorprendente es que a día de hoy no parece guardarles rencor ni a su padre ni a su madre, porque en esa misma entrevista ha querido dejar muy claro que no son malas personas, sino tan solo seres humanos que han cometido errores al igual que el resto del mundo.