Judi Dench se niega a jubilarse pese a encontrarse al borde de la ceguera
La incombustible Judi Dench se niega a poner punto final a su extensa carrera interpretativa, y eso que la intérprete tiene ya 87 años y no se encuentra precisamente en un buen momento en lo que respecta a su salud. La propia artista ha confesado a la BBC que la degeneración macular que le fue diagnosticada en 2012, hace ya una década, ha desembocado en una ceguera casi total, hasta el punto de que le cuesta comer con normalidad y le resulta imposible leer guiones.
Afortunadamente para ella, su memoria fotográfica sigue en plena forma, por lo que solo necesita que alguien lea en voz alta sus libretos para poder registrarlos en su cerebro y recitarlos con la credibilidad propia de una de las actrices más reputadas de la historia. En cualquier caso, la falta de visión afecta notablemente a las tareas de su día a día, y así lo ha expresado en su entrevista con la corporación pública británica.
“No me quiero retirar. No estoy haciendo mucho en estos momentos porque no puedo ver. Es grave, lo suficientemente grave como para que me tenga muy intranquila”, ha reconocido en su conversación con el cómico y presentador Louis Theroux, a quien Dench ha mandado a paseo, en tono de broma, cuando este le ha recordado que es un “tesoro nacional” para los británicos.
La que fuera protagonista de la saga Bond, ganadora del premio Óscar por esos ocho minutos magistrales de su participación en ‘Shakespeare enamorado’ (1998), ha compartido una anécdota muy ilustrativa sobre las dificultades que afronta ante un nivel de ceguera que, sin ser completo, no ha dejado de intensificarse en los últimos diez años. Hace no mucho, Judi Dench tuvo que pedirle a su compañero sentimental, David Mills, que le ayudara a cortar e ingerir su comida porque ni siquiera sabía si tenía algo en el plato.
“Estaba tan oscuro, que tuve que preguntarle a David, que estaba a mi lado: ‘¿Tengo algo en el plato?’. Y me dijo que sí. Le pregunté: ‘¿Necesita ser cortado?’, y me respondió que sí. Y le dije: ‘¿Lo harías por mí?’. Entonces cortó la comida y me la dio en un tenedor, y así tuve que comer”, ha admitido la estrella de cine durante su conversación, en la que, en definitiva, ha dejado patente su voluntad de adaptarse a las circunstancias para no tener que renunciar a su pasión interpretativa y para satisfacer también sus necesidades fisiológicas.