Guillermo y Catalina dicen adiós a uno de sus hombres de confianza que se vio envuelto en los escándalos de Meghan
El próximo mes de diciembre los duques de Cambridge dirán adiós a un miembro integral de su equipo, Jason Knauf, que empezó a trabajar con el matrimonio como secretario de comunicaciones del palacio de Kensington y en la actualidad ocupa el cargo de director ejecutivo de su Fundación Real.
En el comunicado público que se ha difundido para anunciar su salida del círculo de colaboradores de confianza que rodean al príncipe Guillermo y su esposa Catalina se hace hincapié en que ambos le están “inmensamente agradecidos por su duro trabajo y compromiso” a lo largo de los años, para aclarar indirectamente que su ‘ruptura laboral’ se ha producido en términos amistosos.
“Desde que asumió el cargo de director general, Jason ha impulsado un cambio positivo, haciendo realidad la visión para nuestra labor benéfica y las causas que más nos importan. Nos entristece su marcha, pero le deseamos lo mejor de cara al futuro”, ha afirmado la pareja. “Estamos deseando poner en marcha la búsqueda de personal en breve y dar la bienvenida así a un nuevo director ejecutivo a finales de este año”.
Jason, por su parte, define la etapa que ha pasado trabajando con Guillermo y Catalina como el “mayor privilegio” de su carrera profesional.
“Siempre estaré agradecido por la oportunidad que he tenido de apoyar su liderazgo en el Reino Unido y a nivel internacional”, ha añadido el experto en relaciones públicas, que anteriormente formó parte de la plantilla del Royal Bank de Escocia y fue asesor de la ex primera ministra neozelandesa Helen Clark.
En los últimos meses Jason, que solía moverse en un discretísimo segundo plano según lo requiere su puesto, se ha visto involucrado en uno de los mayores escándalos de la monarquía cuando salieron a la luz una serie de correos electrónicos que había intercambiado con Simon Case -secretario personal del príncipe Guillermo- y Samantha Carruthers -responsable de recursos humanos en Kensington y Clarence House-, en los que los tres hablaban de las acusaciones de acoso laboral que dos miembros del personal habían realizado contra la duquesa de Sussex. Esos mensajes también se afirmaba que el príncipe Enrique había intervenido para que esa información no llegase a oídos de su abuela, la reina Isabel II.
Meghan reaccionó a esa filtración con un comunicado en el que no hacía referencia directa a ninguno de los incidentes que se mencionaban en los emails, pero sí insistía en que se trataba todo de una maniobra para ensuciar su imagen.
Curiosamente, Jason jugó un papel importante en la batalla legal de la duquesa contra los tabloides que publicaron la carta que le envió a su padre tras su boda, al testificar a su favor para aclarar que, si bien Meghan le había su opinión acerca del contenido de la misma, las palabras que había usado eran las suyas propias y por tanto los derechos de autor le pertenecían solo a ella.