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El príncipe Harry le pidió permiso a su abuela Isabel II para conservar su vello facial para sus nupcias de 2018 con la ahora duquesa de Sussex y su hermano mayor se quedó “lívido” cuando la entonces soberana le dio “luz verde” para hacerlo.

Lo más probable es que la respuesta que le dio Harry tampoco ayudara a tranquilizarle, porque le recordó que “su opinión no importaba realmente” siempre y cuando a la

reina le pareciera bien. Fue entonces cuando Guillermo le “levantó la voz” y le acusó de de poner a su abuela en una “posición incómoda”, algo que él no comprendía porque le constaba que Isabel no tenía que decir que sí. Pese a que intentó razonar con el actual príncipe de Gales utilizando precisamente ese argumento, la disputa continuó durante bastante tiempo.

“Él no lo dejaba pasar. En un momento me ordenó a mí, como el Heredero hablando con el Repuesto, que me afeitara. ¿Hablas en serio?”, recuerda Harry en sus memorias.

Harry cree que Guillermo estaba tan molesto porque pensaba que Isabel sentía “debilidad” por él, y porque a su hermano no se le había permitido conservar su “barba completa” tras regresar del servicio militar ni se había podido casar con el uniforme militar de su elección, como sí fue el caso para Harry

“Odiaba la idea de que yo disfrutara de una ventaja que a él se le había negado”, ha opinado.

Según su versión de los hechos, después de cansarse de oír a Guillermo “quejarse amargamente”, Harry acabó por ponerse firme: “Al final le dije rotunda y desafiantemente que su hermano barbudo se iba a casar pronto, y que podía gustarle o no. La decisión era suya”.

Harry también afirma que Guillermo rechazó la idea de que se casara en la abadía de Westminster, donde él y Catalina habían contraído matrimonio en 2011, y le dijo además que la catedral de St. Pauls, donde se había celebrado la boda de sus padres, era “demasiado grandiosa” para Meghan y él. De ahí que la pareja acabara casándose en la capilla de San Jorge del castillo de Windsor.