El verano del amor para Alberto y Charlène: de vivir separados a darse besos en público
Este lunes la cita más importante de la agenda social monegasca ha vuelto a contar por fin con la presencia de su princesa. Charlène ha asistido junto a su esposo Alberto a la gala anual de la Cruz Roja que se había visto obligada a perderse desde 2019 debido a la pandemia del coronavirus y a sus propios problemas de salud.
La antigua nadadora volvió a deslumbrar una vez más con un impresionante vestido plateado de Prada, uno de sus colores de referencia, pero lo que realmente llamó la atención del resto de los asistentes fue la rara complicidad que derrochó con el príncipe Alberto. La velada se desarrolló entre cruces de miradas, sonrisas y una proximidad muy poco habitual entre los dos, que llegaron al evento de la mano para presentar un frente unido.
Desde el regreso de Charlène a Mónaco se ha producido un cambio evidente en la dinámica de la pareja. La diferencia resulta tan evidente que se ha convertido en el principal tema de conversación en la prensa francesa tras el final de la gala de anoche. Atrás parecen haber quedado los rumores de separación que circularon por enésima vez mientras ella permanecía ingresada en una clínica suiza para recuperarse de una “profunda fatiga”.
Durante esas semanas la vida íntima del matrimonio fue sometida a un escrutinio aún mayor. Incluso se aseguró que a su regreso a Mónaco el año pasado, tras pasar diez meses ‘atrapada’ en Sudáfrica debido a una infección de oído que desaconsejaba que volara, Charlène decidió instalarse en un apartamento de dos habitaciones situado a 300 metros del palacio donde se encuentra la residencia oficial de Alberto. El príncipe acabó saliendo al paso para desmentir todas las especulaciones que apoyaba incondicionalmente a su esposa en su recuperación.
El pasado junio los dos dejaron a todo el mundo con la boca abierta durante su visita oficial a Oslo acompañados de sus gemelos. A lo largo de una de sus apariciones públicas para visitar un museo se mostraron mucho más relajados de lo habitual y en un momento dado Charlène le dio un beso espontáneo cuando llegó el momento de que se subieran a coches distintos para continuar con sus compromisos del día por separado.
Por si eso no era suficiente, hace unos días la princesa recuperó para otro evento el regalo de boda que le hizo Alberto: la tiara Ocean, que ella reconvirtió en un collar tras su enlace y que se puso para un coctel en los jardines de palacio.