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El príncipe Enrique de Inglaterra ha asistido esta semana, en Nueva York, a un evento que rendía homenaje a todos aquellos que han servido en las fuerzas armadas. En la llamada ‘Salute to Freedom Gala’, el nieto de Isabel II también tomó el micrófono para dedicar unas sentidas palabras a los veteranos de guerra, a los fallecidos en acto de servicio y, por supuesto, a todas las familias que han perdido seres queridos en el marco de los conflictos armados.

Asimismo, el ahora duque de Sussex, quien estuvo destinado durante casi una década en Afganistán con el ejército británico, también quiso reivindicar la disciplina, el compañerismo y la lealtad que marcan el día a día en la vida castrense. Tanto es así, que el nieto de Isabel II atribuyó a esos años de trabajo y esfuerzo el carácter y la mentalidad que exhibe a día de hoy en todos los planos de su vida.

“Mi experiencia en el ejército me convirtió en el hombre que soy ahora y, por ello, siempre estaré agradecido a las personas con las que serví, en cualquier lugar del mundo”, expresó el aristócrata durante un emotivo discurso que fue presenciado por su esposa, Meghan Markle. Enrique tampoco quiso edulcorar sus vivencias en una de las zonas más problemáticas del planeta y eso explica que también quisiera subrayar los traumas que acaban padeciendo quienes son testigos directos del horror más absoluto.

“Pero en la guerra también ves y experimentas cosas que normalmente nadie tiene que hacer. Todo ello se queda con nosotros, a veces como si fuera un carrusel de imágenes. Durante mucho tiempo, esas heridas invisibles no se han tratado, y se ha optado por esconderlas bajo la alfombra ante el riesgo de que pudieran causar vergüenza, culpa o indiferencia. Como hemos vivido muchos de nosotros, el servicio militar no es exhibicionista, es lo que ocurre en el más absoluto silencio y cuando la gente no mira”, ha argumentado sobre la necesidad de redoblar la asistencia psicológica a los veteranos de guerra.