
El príncipe Andrés recibe un nuevo varapalo judicial
El príncipe Andrés, tercer hijo de Isabel II, no ha conseguido paralizar el proceso judicial que se cierne sobre él a cuenta de los abusos sexuales que le atribuye Virginia Giuffre, quien interpuso una demanda civil contra el duque de York el pasado verano.
De forma más concreta, un juez de Nueva York ha denegado la petición del equipo legal del príncipe para que desestimara el citado recurso. Los letrados del hijo de la reina subrayaron que su cliente no podía ser juzgado debido a que la demandante había alcanzado, en 2009, un acuerdo económico con Jeffrey Epstein, quien se quitó la vida en prisión tras confirmarse su liderazgo en el marco de un entramado de trata de personas, que también se aplicaba a su persona.
El magistrado ha rechazado estos argumentos con bastante contundencia y, por tanto, siguen los preparativos de un litigio en el que Andrés tendrá que defenderse de tres cargos de abusos sexuales y uno de violación. Los hechos habrían ocurrido cuando Giuffre, que en esos momentos respondía al nombre de Virginia Roberts, era menor de edad. La presunta víctima tiene ahora 38 años, está casada y vive en Australia con su familia.
Andrés de York siempre ha negado los hechos que se le imputan y llegó a afirmar en una entrevista que ni siquiera conocía a Virginia, aunque casi de forma paralela surgió una imagen en la que aparecía abrazado a la joven. Esa fotografía fue tomada en casa de Ghislaine Maxwell, recientemente condenada por otro tribunal tras demostrarse que participó en esas actividades criminales reclutando a las jóvenes de las que después se abusaría.
La existencia de ese acuerdo económico entre Giuffre y el malogrado Epstein salió a la luz el pasado 3 de enero y hacía alusión a la entrega de 500.000 dólares para evitar que el trato degradante del que habría sido víctima la joven desembocara en la apertura de un proceso penal. Al margen de las explicaciones dadas por los abogados del príncipe, la justicia ha rechazado esa protección especial que supuestamente otorgaría al hijo, hasta hace no tanto preferido, de la monarca británica.