El duro camino de Lizzo hacia el amor propio

Aunque la cantante Lizzo se dio a conocer ante la opinión pública, hace ya unos años, como una artista llena de talento, confianza en sí misma y hasta un agradable punto de descaro, lo cierto es que durante su adolescencia, y parte de su primera juventud, la intérprete sufría un grave problema de autoestima ligado a las particularidades de su físico, que no encajaba precisamente en los estrictos cánones de belleza que todavía se manejan en las industrias del cine, la música o la televisión.

Afortunadamente, con el paso del tiempo la intérprete de 32 años ha ido superando todas esas barreras -internas y externas- que le impedían disfrutar de la vida con plenitud y, sobre todo, desde el orgullo por la persona que es a todos los niveles. Esta misma semana, y a fin de reivindicar ese necesario cambio de mentalidad, la estrella del pop ha publicado una imagen en su Instagram que la retrata completamente desnuda y sin filtros de ningún tipo: todo un alegato en favor de la autenticidad y el carácter genuino de cada uno.

“Ya no tengo nada que esconder y nada de lo que avergonzarme. Solía dejarme influenciar demasiado por la gente que yo creía que era objetivamente bella, por el estándar que marca la sociedad sobre lo que es hermoso. Cuando veía a esas personas, me entraban ganas de cambiarlo todo sobre mí: no sentía que era merecedora de respeto. Y la verdad es que ahora no quiero que la belleza de alguien implique tener que restar valor a la de otras personas”, ha asegurado en el marco de una nueva campaña de concienciación concebida por la firma de cosméticos Dove.

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