Donald Trump afirma que Isabel II y Lady di le ‘besaban el trasero’ en privado

El ex presidente de los Estados Unidos acaba de publicar una colección de su correspondencia personal titulada ‘Cartas a Trump’ que incluye 150 notas escritas por personalidades de todo el mundo, como miembros la realeza británica, los antiguos mandatarios Richard Nixon y Ronald Reagan, la estrella televisiva Oprah Winfrey y el líder norcoreano Kim Jong-un.

Uno de los objetivos del libro es reflejar la inmensa adulación que recibía el polémico empresario tantos antes como después de ocupar la Casa Blanca y mostrar a los lectores que cómo le trataban en privado todos esos individuos importantes a pesar del desdén que debían mostrarle en público.

“Creo que van a ver una vida muy fascinante. Los conocí a todos – y cada uno de ellos me besó el cu**, y ahora sólo tengo a la mitad de ellos haciéndolo”, ha asegurado en declaraciones a Breitbart News.

Su hijo Donald Trump Jr. ha verificado las afirmaciones de su padre añadiendo: “Es increíble lo rápido que cambió la adoración que sentía toda esa gente hacia él cuando se presentó a las elecciones como republicano”.

La tendencia a fanfarronear de Trump es algo intrínsecamente ligado a su carácter y que ya no sorprende a nadie, pero en esta ocasión ha cruzado una línea roja al atacar -aunque sea indirectamente- a dos mujeres que han fallecido y que generan una inmensa adoración en su país: Isabel II y Lady Di. Desde el palacio de Buckingham aún no han reaccionado al libro, pero el hermano de Diana ha afirmado que la difunta princesa pensaba que Trump era “peor que una fisura anal”.

“Me sorprende enterarme de que Donald Trump está aparentemente afirmando por ahí que mi difunta hermana Diana quería besarle el cu**”, ha afirmado en Twitter, “ya que la única vez que le mencionó -cuando él estaba usando su buen nombre para vender algunas propiedades inmobiliarias en Nueva York- ella pensaba claramente que era peor que una fisura anal”.

Las visitas oficiales de Trump a Inglaterra durante su mandato causó un gran revuelo debido a su aparente empeño en saltarse el férreo protocolo al que se ceñía la difunta soberana. El entonces presidente consiguió enfurecer a la prensa británica, que siempre cerraba filas en torno a Isabel ante cualquier falta de respeto externa, al atreverse a caminar varios pasos por delante de ella y por tocarle la espalda durante la cena de estado. Sin embargo, él afirmó año más tarde que se habían divertido mucho juntos y que le hacía causado una grata impresión.

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