Adam Lambert y el beso gay que estuvo a punto de costarle su carrera

En 2009, Adam Lambert se enfrentó a un rito de paso para cualquier artista que se enorgullezca de romper moldes: un escándalo que estuvo a punto de cortar en seco su meteórico ascenso a la fama. El cantante apareció en la gala de los American Music Awards y besó a su guitarrista masculino sobre el escenario.

Seis años atrás Madonna ya había besado tanto a Britney Spears como a Christina Aguilera en una de las actuaciones más comentadas de los MTV VMA, pero ella era la Reina del Pop, y por mucha indignación que causara aquel momento, la cantante estaba más que acostumbrada a capear temporales y a salir de cualquier polémica más fuerte -y famosa- que antes.

El caso de Adam fue muy distinto. Él acababa de aparecer en el programa ‘American Idol’, donde había quedado en segundo lugar, y su carrera musical estaba arrancando. La cadena ABC, encargada de emitir la entrega de premios, amenazó con demandarle tras recibir quejas de cierto sector de los espectadores y Adam sostiene que acabó en la lista negra de la compañía durante una larga temporada.

Al contrario que Madonna y sus dos discípulas, él no tenía preparado aquel beso y ni siquiera se le pasó por la cabeza que pudiera acarrearle problemas porque le parecía que era justo el comportamiento que se esperaría de una estrella de la música en un evento como aquel. Tampoco suponía una ‘salida del armario’ pública porque mientras competía en ‘American Idol’ se filtraron unas fotos antiguas en las que aparecía besando a otro hombre y vestido de drag en el festival Burning Man, y aun así siguió siendo uno de los concursantes más populares a lo largo de toda la edición. Su orientación sexual la había confirmado por medio de la portada que había realizado para la revista Rolling Stone unos meses antes de participar en los American Music Awards.

“Hice el tipo de actuación que había visto desde que era adolescente. Quería ser sexy y tener bailarinas en el escenario, e hice un par de movimientos sugerentes con algunas de mis bailarinas y me di un beso improvisado con mi bajista”, ha explicado a su paso por la gala Creative Coalition Spotlight Initiative. De su retozos con sus compañeras nadie dijo nada, pero en cuanto besó a otro hombre, se desató una tormenta que casi no supera.

“Supongo que vivía en mi propia burbuja en Los Ángeles, entre artistas y bichos raros como yo, y no me di cuenta de que algo así podía provocar una indignación tan grande como la que causó”.

La pregunta del millón es si mereció la pena enfrentarse a un posible boicot y a acciones legales por besar a un hombre con quien ni siquiera mantenía una relación sentimental. Y su respuesta es un sí rotundo. A partir de aquel momento Adam abrió los ojos a la homofobia latente que existía y sigue existiendo en el mundo del entretenimiento. También se juró que sería tan gay y tan extravagante como quisiera para servir como referente a otros miembros de la comunidad LGBTQI+, y lo cumplió, porque estas declaraciones las ha realizado tras recibir un premio por el trabajo que ha realizado interpretando a un padre queer en la película ‘Fairyland’.

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