Acompañada por sus hijos y homenajeada con gaitas y tambores: así ha llegado el féretro de Isabel II a la Abadía de Westminster

Poco antes de las once de la mañana, hora local, el féretro con los restos mortales de Isabel II abandonaba el palacio de Westminster tras cuatro días expuesto en el amplio e histórico vestíbulo del parlamento británico. Durante este período de tiempo, se estima que cerca de un millón de personas han presentado sus respetos a la longeva soberana, incluidos políticos británicos, dignatarios extranjeros y hasta exfutbolistas tan mediáticos como David Beckham.

El último viaje de la monarca a la Abadía ha sido corto pero muy intenso. El ataúd ha sido montado en la misma cureña que trasladó a su padre, Jorge VI y a su abuelo, Jorge V, en sus respectivos actos fúnebres. Lo cierto es que el uso de ese armón de artillería se remonta al entierro de Eduardo VII, hijo de la reina Victoria, y también jugó un papel fundamental en los sepelios de Winston Churchill y Lord Mountbatten, el tío del duque de Edimburgo que fue asesinado en un atentado del IRA.

Unos 200 gaiteros y tamborileros de los regimientos escocés e irlandés del ejército han rodeado el ataúd de la reina y le han rendido un nuevo homenaje musical. También le escoltaban unos 140 marineros de la Royal Navy y otros tantos caballeros de la guardia real, seguidos por los cuatro hijos de la fallecida jefa del estado: el rey Carlos III, la princesa Ana, el príncipe Andrés y el príncipe Eduardo, todos ellos enfundados en sus vestimentas militares con la excepción del duque de York, a quien solo se permitió lucir honores castrenses durante la llamada Vigilia de los Príncipes, celebrada en la noche del pasado viernes.

El príncipe Guillermo, heredero al trono, también lucía su impecable uniforme en el penúltimo desplazamiento de su abuela por las calles de Londres, mientras que su hermano Harry, quien abandonó sus responsabilidades institucionales en marzo de 2020, tuvo que conformarse con un traje de chaqueta, al igual que su tío Andrés, tras ser despojado de ciertos honores y patronazgos por orden expresa de Isabel II hace ya más de dos años.

El ataúd de Isabel II, hecho de roble y forrado de plomo, entró en la Abadía de Westminster solo unos minutos antes de que el Big Ben marcara la hora para el comienzo del servicio religioso. El féretro está cubierto por el estandarte real, mientras que la corona imperial descansa sobre un cojín de terciopelo y a un lado se encuentran el orbe y el cetro que la reina sostuvo con sus manos durante su coronación en 1953. Asimismo, y por expreso deseo del rey Carlos, una corona de flores recogidas de los jardines del palacio de Buckingham, Clarence House y la finca de Highgrove, residencia privada del monarca, se halla en la cabecera junto a una nota personal del soberano.

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