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A finales del año pasado la monarquía británica se enfrentó a un nuevo escándalo con connotaciones racistas en un momento muy incómodo, porque a lo largo de los meses anteriores los duques de Sussex habían denunciado en varias ocasiones la discriminación e intolerancia que experimentaron tras su boda, como por ejemplo tener que escuchar especulaciones acerca del color de piel que heredarían sus hijos debido a la ascendencia afroamericana de Meghan.

Lady Susan Hussey, una antigua confidente de Isabel II y miembro del círculo íntimo de Carlos y Camila, protagonizó un momento muy incómodo en un evento celebrado en el palacio de Buckingham durante la conversación que mantuvo con otra de las asistentes, que resultaba ser negra y fundadora además de una organización benéfica que apoya a las empleadas domésticas africanas que han sufrido abusos en el lugar de trabajo.

A lo largo de su breve interacción, Lady Susan le preguntó repetidas veces de dónde era incluso cuando la mujer, que se llama Ngozi Fulani, le explicara que había nacido y crecido en un barrio de Londres. El escándalo que causó la historia provocó la renuncia de Susan a su cargo, pero el príncipe Harry está convencido de que no actuó basándose en sus prejuicios racistas.

“Estoy muy contento de que Ngozi Fulani haya sido invitada a palacio para reunirse con Lady Susan Hussey y reconciliarse, porque Meghan y yo adoramos a Susan Hussey. A ella le parece estupenda. Y también sé que lo que ella quiso decir… nunca quiso hacer daño en absoluto”, ha asegurado en una entrevista a la ITV. “Pero la respuesta de la prensa británica, y de la gente online debido a las historias que escribieron fue horrible, fue absolutamente horrenda”.