La experiencia de Boris Becker en prisión: amenazas de muerte y miedo a las duchas

El antiguo tenista Boris Becker ha concedido su primera entrevista menos de una semana después de ser puesto puesto en libertad antes de lo esperado tras cumplir tan solo ocho meses de la condena de dos años y medio que se le impuso por fraude fiscal.

Las informaciones que se filtraron durante su estancia en prisión aseguraban que estaba llevando una vida más sana y que trabajaba incluso como ‘coach’ motivacional, y en gran parte era cierto. En la charla de 60 minutos que ha concedido a la cadena Sat.1 se puede apreciar claramente que ha perdido peso porque tuvo que renunciar al consumo de alcohol y además luce el pelo teñido de rubio fresa en lugar de su habitual color platino habitual. Pero la realidad de su paso por la cárcel es mucho más dura.

El tres veces campeón de Wimbledon asegura que recibió varias amenazas de muerte y que incluso se volvió “loco” durante un tiempo. Al principio no se atrevía a mirar a nadie a los ojos por miedo a poder causar la impresión equivocada o parecer desafiante, y recuerda su primera impresión de la cárcel de Londres como un lugar sucio y peligroso, en el que convivía con asesinos, pederastas, traficantes y violadores.

“Pensé que perdería la vida cuando estaba en Wandsworth. Alguien, que más tarde me enteré que era un asesino, quería mi abrigo y dinero, y dijo que me mataría si no se los daba. Luego, cuando me trasladaron a Huntercombe, otro asesino dijo que quería matarme. Me dijo lo que me iba a hacer a menos que le dejara lavar mi ropa, y esto fue hace muy poco, en octubre. Mientras me hablaba podía ver cómo temblaba la bandeja de mi comida. Pero al final, al día siguiente se puso de rodillas delante de mí, se disculpó, me besó la mano y me dijo que me respetaba”.

También ha criticado de forma velada el trato de algunos de los funcionarios; tras someterse a un registro durante su ingreso en prisión, en el que buscaron drogas y componentes de teléfono móvil, tuvo que posar para la foto de su ficha como presidiario, y para su sorpresa, varias personas trataron de sacarse un selfie con él.

“Yo tenía dos grandes preocupaciones: una era la celda doble, compartir celda con alguien que podría atacarte o amenazarte. Y las duchas. Cierras la puerta, te quitas la ropa y miras detrás de ti. No es humano. Has visto las películas y sabes lo que pasa si te cae el jabón, pero luego el gobernador me explicó que sería seguro, así que se lo agradecí mucho”.

El astro de la raqueta, ganador de seis grand slams durante su ilustre carrera deportiva, ocultó un patrimonio adicional valorado en más de tres millones de dólares para poder declararse insolvente y evitar tener que abonar a su antigua esposa parte de la elevada indemnización derivada de su proceso de divorcio. Tras escuchar su condena, estaba convencido de que era el final. Las cartas de sus admiradores y el hecho de que un sacerdote le permitiera llamar a su madre de 87 años a Alemania le ayudaron a salir adelante y poder contar ahora su historia.

“En la cárcel no eres nadie. Eres un número. El mía era A2923EV. Yo era un número. Y no les importa una m*** quién eres. Creo que he redescubierto a la persona que solía ser. He aprendido una dura lección. Una por la que he pagado muy caro. Una muy dolorosa. Pero todo el asunto me enseñó algo importante y bueno. Y algunas cosas pasan por una buena razón”.

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