El ingreso de la princesa Charlène en una clínica ‘no tiene nada que ver’ con su matrimonio
Hace unos días el príncipe Alberto ya confirmó que su esposa Charlène se perdería las celebraciones por la fiesta nacional de Mónaco, que tiene lugar este mismo viernes 19 de noviembre, debido a un profundo agotamiento físico y emocional. La antigua nadadora pasó seis meses en su Sudáfrica natal tratando de recuperarse de una infección de oído y garganta que le impedía volar y que le obligó a someterse a tres veces intervenciones.
El pasado 8 de noviembre por fin pudo reunirse en el principado europeo con su esposo y sus mellizos, que habían acudido a visitarla durante su convalecencia. Sin embargo, Alberto ha desvelado ahora a la revista People que en las primeras horas tras su regreso se hizo evidente que Charlène “no se encontraba bien” y, en consecuencia, ha ingresado en una clínica para recibir tratamiento médico “durante varias semanas”.
El matrimonio de la pareja monegasca ha sido sometido a un intenso escrutinio desde antes incluso de su enlace, cuando se aseguró que la princesa había intentado huir a su país para cancelar la boda, y al príncipe no se le escapa que la retirada de su esposa de la vida pública volverá a avivar los rumores sobre su distanciamiento y posible separación.
“Probablemente vaya a tener que repetirlo varias veces, pero esto no tiene nada que ver con nuestra relación. Quiero que quede muy claro. No hay ningún problema en el marco de nuestra relación, no en la que existe entre los esposos. Es una cuestión de naturaleza totalmente diferente”, ha afirmado en sus declaraciones.
También ha señalado que Charlène no padece cáncer ni se está sometiendo a cirugía plástica en secreto, que son algunas de las teorías más alocadas que él mismo ha escuchado acerca de la desaparición de la madre de sus dos hijos menores.
El actual estado de salud de la princesa se debe a una serie de factores “de naturaleza privada” sobre los que él no considera que deba hablar en público, pero sí ha reconocido que Charlène llevaba días sin dormir y había perdido mucho peso antes de que sus seres queridos -el propio Alberto y sus hermanos y una de sus cuñadas- decidieran organizar una especie de intervención en la que todos acordaron que lo mejor sería que se retirara a un centro “en algún lugar de Europa” donde pudiera descansar.
